Noches de insomnio

Insomnio

Aqui estoy otra vez entre teclas haciendo que mis dedos hagan el trabajo que mi mente no está pudiendo llevar a cabo. Todos los días escribo: alguna actualización, algún correo, alguna idea, algún ítem en una lista de cosas por hacer. Pero hace mucho tiempo que no escribo para drenar mis preocupaciones y hoy, en una noche más de insomnio, he recordado lo mucho bien que me hacía antes cuando solía hacerlo con regularidad. Veamos si esta noche funciona.
Hace casi dos meses estoy sola, no como quien dice sin nadie en el mundo, sino solita en casa. No suena a mucho tiempo, pero es la costumbre la que indica si es o no es. En este tiempo he sido un subibaja de emociones, una montaña rusa de sentimientos. No sólo por la ausencia de la persona con quien comparto la mayor parte de mi tiempo desde hace casi siete años, sino porque hay mil cosas más que desde hace meses ocupan mi mente en búsqueda de una solución. Básicamente tengo miedos, tengo muchos miedos. Los miedos que cualquier persona de 26 años en una sociedad como en la que yo vivo puede tener. No, ni tener hijos ni casarme. Casada estoy. Hijos no quiero. Pero sí tengo preocupaciones bastante comunes: empiezo a hacerme mil preguntas sobre el trabajo, la familia, el objetivo de la vida. Me pongo existencialista. Como mujer, las hormonas no ayudan. Parecen estar en su pico. Te complican las cosas. Y como inmigrante la cosa se pone peor aún. La distancia y la soledad han sido mis fieles compañeras desde la infancia. No quiero que eso suene muy mal. He tenido una vida muy buena en promedio y ya sé que no debeŕía tener motivos para quejarme. Pero seamos honestos. La vida no se puede medir en promedios porque cada persona es diferente. Y a mí la distancia y la soledad empiezan a caerme mal, muy mal. Sí, que tengo comida, que tengo casa, que tengo amigos y familia que quiero y me quieren. Pero me parece a mí que no los disfruto como quisiera. Tengo la sensación de que en la vida voy en una carrera por… por… pues, ese es el problema. No sé de qué se trata la carrera. No sé a dónde me conduce el camino. No sé con quién estoy compitiendo. No sé cuál es la meta.
La confusión puede que se vea incrementada precisamente por el insomnio. Tiene sentido. La ciencia siempre respondiendo a todo con tanta claridad, ¿no? De todas maneras eso a mí no me da claridad para resolver lo que tengo por resolver en este preciso momento: cómo dormir para que mis problemas existenciales no se vean más complicados de lo que ya son (seguro que nada que son complicados, ¿no? Ya sabemos que hay cosas peores como el cambio climático, la corrupción, la pobreza y todo eso… A ver si acabo de entenderlo).
Y así, como por arte de magia, mientras escribo y releo me doy cuenta de que todo pasará. Mi cuerpo y mi mente están desajustados, desbalanceados. Sólo tengo que trabajar en ello… todo volverá a su cauce natural. Nada más tengo que intentar dormir, seguir cada día en la carrera mirando el paisaje alrededor a ver si descubro. Tal vez la meta no sea llegar al final. Tal vez decida hacer parada en uno de esos paisajitos y me instale allí hasta el fin.